martes, 25 de diciembre de 2012

un Cubanito en A Coruña.



En casi todos los documentos, artículos o escritos históricos que leo sobre la ciudad de A Coruña, es común que encuentre antes o después la frase siguiente: La fundación de la ciudad en tiempos remotos tiene componentes míticos. Y es verdad, porque para que todavía exista un faro de la época romana, que además funcione, el tema tiene enjundia o, como diría cualquier cubano: la ciudad tiene “ache” (gracia, suerte, bendición).

Entre tanta historia de esta ciudad, que fue el puerto por excelencia para que toda Galicia se desparramara por América, hay un local en la Ciudad  Vieja que nos trae ese aliento caribeño, exótico y reconocible al mismo tiempo, “El Cubanito”. Tiene todos los ingredientes de un tugurio afortunado:


gente habitual que no se pierde una, forasteros curiosos que no dejan de mirar cada rincón, una galleguiña de las de “habelas hainas”, de poderosa presencia (Ainara), y el gerente Andrés, un mulato voluminoso que, además de preparar las bebidas, tiene que ocuparse de amigos y turistas que siempre están deseando tener una foto con él; como si todo el mundo quisiera pruebas fehacientes de que estuvo allí. Sucede que Andrés no es tacaño con el cariño para sus amistades, ni con aquel que lo visita por primera vez. Me contaron que Odalys -hace tiempo no va por el lugar- lloró con un video que hicieron donde recopilaban fotos de Andrés con sus amigos; dicen que lloró de nostalgia.

Es de entender que las personas se sientan liberadas en El Cubanito porque, aunque el lugar es más bien pequeño, sobra espacio para el disfrute. Un detalle a tener en cuenta es que, si hay baile, te tienes que apretujar. No queda otra. Pero… bailar pegao, eso sí es bailar. Luz, la necesaria, y muchas veces sólo algunas velas para aclarar el escenario, de manera que las ventajas son muchas;  si te atreves con algunas caricias a tu pareja impulsado por la atmósfera, estás servido.  Mobiliario minimalista, como debe ser cuando el espacio no sobra, con un toque estético muy cubano; no todas las sillas y mesas son semejantes, esto es fundamental,  expresa ese espíritu desenfadado del Cubanito, que se resume en una frase: “qué importa que sea ñato, el caso es que respire…”. Si a todo esto le sumas que las paredes son tuyas para expresarte,  entonces tu presencia se hace transcendental. Ah!, y lo esencial: tiene su propio altar de orishas sincretizados, que llegan de rebote desde el Caribe. Si esto falta, el resto resulta soso para ser cubano.

 Pero es Andrés la fuerza vital que hace funcionar a todo gas El Cubanito. Lo puedes ver servir mojito tras mojito como poseído, hacer desenfrenados movimientos de cintura para mostrar sus dotes de bailarín a los que preguntan por las clases de salsa, encuentra lugar entre amigos para conversar y cotillear acerca de la farándula coruñesa y alguna que otra historia de las muchas que le han acontecido en su bregar por estas tierras gallegas… Justo anfitrión para una noche de juergas.


Advierto a los mal pensados: no cobro por la publicidad, lo que digo sobre El Cubanito es con sinceridad.  Bueno, para ser realmente sincero, debo decir que tengo descuento en la cerveza… pero es que soy un buen cliente, que visita El Cubanito cada fin de semana.


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