jueves, 21 de abril de 2016

Homo ruiditus



En una conversación postcoital, en uno de esos intervalos de silencio, mi novia lo interrumpe para comentar algo sobre los ruiditos que hago… “Vamos, que tú también los haces y bien alto”, le digo. “Que no, que no me refiero a esos”.



En aquel momento la conversación gira sobre esos sonidos que de niño me han acompañado: “Pum, pum…”, “Fuacatá… pin, pan... pin, pan…”, “¡Boom!”, propios de las guerritas que armaba con soldaditos y con los amigos en batallas de policías y bandidos. Lo sorprendente es que todavía, cuando he cumplidos más de… los años suficientes, lo sigo haciendo; según mi novia.



Entonces caí en la cuenta, porque ella me lo refresca, de que cuando hago alguna historia o, incluso, cuando me refiero a un hecho cualquiera, siempre utilizo ese recurso: “Acabo de entrar y la puerta de la escalera se ha cerrado a mis espaladas, ¡pam! dando un portazo, recuérdame que debo regular el brazo del cierre. No te he contado que ayer Tino, en el bar, fuash resbaló y pun, pun, dio dos traspiés con la bandeja llena de vasos de cerveza y fuaaacatá… plash toda la cerveza se desparramó”.

Nos reímos y entonces yo comencé, entre las sabanas y con cosquillitas, a ejemplificar algunos momentos de mis juegos infantiles, donde a un coche (cualquiera) le retumba el motor como uno de fórmula 1, fruummmm… fum, fum, fuiiimmm…. 

A esas horas el dialogo toma carácter filosófico. Y ella recordó a dos amigos que, con más de 30 años jugaban a imitar los sonidos del coche fantástico.

Lo esencial es discurrir si este fenómeno solo se da en el género masculino, y si es así, ¿tendrían los juegos de la infancia alguna culpa?

A las mujeres no se les reconoce por hacer este tipo de “ruiditos”, pero en los varones es muy común, y no solo en la conversación normal entre ellos. También los cómicos o monologuistas varones utilizan ese recurso. Un ejemplo muy ilustrador es el caso de Ernesto Sevilla.



Me pregunto si en los Años 20, cuando se introducen los efectos de sonido en la radio, las mujeres trabajarían produciendo eso efectos. No lo tengo claro, porque era una época difícil para que la mujer pudiera trabajar, pero si todavía esa profesión existe, es difícil que una mujer pueda ejercerla. Pienso que puede existir un fondo de “vergüenza” en la mujer, ¡la mujer haciendo ruiditos!  Una chica que silbara en mi época ¡Jo!, era una chica algo varonil. Incluso existe una crítica velada a las chicas que intentan hacer alguno de esos ruiditos.




Los juegos de las niñas han sido siempre de “casitas y cacharritos”, donde tienen que peinar y vestir una muñeca o preparar alguna comidita y salir a pasear con un cochecito. Juegos de mucha conversación, siempre pausados y cargados de mimos. En el juego de los niños está presente la acción, las armas, los coches y muchos disparos, muchos… también un avión o algún helicóptero tocotocotocotoco…

Hay toda una herencia de esos sonidos en los comics.


El asunto es simple, ¿son los varones los únicos que utilizan este sistema de comunicación?. ¿Entre las chicas existe un fondo de vergüenza por la educación o por el típico juego de niñas que las ha privado de la belleza de la onomatopeya?

Todavía queda una pregunta más. Hoy no hay pistola, ni escopeta o sable de juguete que no haga su propio ruidito, ya los niños no tenemos que simular los disparos, ya no tenemos que simular el sonido de un coche de policía, porque todo eso está pensado e implementado. Con los videojuegos ¿perderemos nuestra capacidad para hacer ruiditos?

En fin, mi novia y yo dejamos la conversación, porque teníamos otros temas igual de importantes que tratar.

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