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jueves, 13 de marzo de 2014

Las cubanas saben lo que vale la carne


O sea, que la carne en Cuba no es una cosa que sea poco importante. A la bodega nos llegaban dos bistecs de vaca (que pa’mí eran de la vaca que estaba en el pesebre con Jesús, de lo duro que eran) y, cuando había, ternilla. ¿Se acuerdan de las matazones por la ternilla, caballeros? Una jauría de gente dándose codazos para poder coger un bultico de huesos para hacer sopa. ¡De pin…, ping…! A mi tía le rajaron un labio con un codazo mal dao en el "ternilleo" y ahí mismo se formó el salpafuera y mi tía se quedó con el labio partido, sin ternilla y con un bulto de pelos de la tipa en la mano.

sábado, 22 de febrero de 2014

Qué fue de la vida Daye Manuela Moreno?

Su  vida es como un relámpago. Primero te muestra su luz intensa, luego te estremeces con su estruendo. Pero, lo mejor, es que nunca sabes cuándo se apaga o cuándo se enciende. El primer destello se produjo el 4 de noviembre del 1975 con su nacimiento. Fue en la Habana, pero desde antes se veía venir la tormenta. La madre, una habanera hermosa, se juntó con un guajiro de Ranchuelo y ahí se gestó la chispa. Después de nacer pasó un tiempo en la gran ciudad, pero terminó viviendo toda su infancia en la casa paterna. Creció bajo el ala protectora del abuelo, que se esforzó para que aprendiera a vivir frente a los “machitos” del barrio. La abuela, siempre atenta a su educación, se desvivía por formar una señorita que dejara en buen lugar su linaje. Manuela, desde niña, mostró ser muy inteligente; aprendió a leer a los cuatro años y a tumbar mangos a pedradas a los cinco, además de a montar a caballo, cocinar y todas las demás tareas de una guajirita que se precie. En la escuela era la más indisciplinada pero, en honor a la verdad, también la más avispada y, gracias a eso, se libró muchas veces de ser expulsada. A pesar de ser de las que nació “Bajo la Barba de Castro” y aun cuando fue hija de simples trabajadores en la Cuba socialista, disfrutó plenamente su infancia. Eso me contó y yo le creo.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Hojas de Plata



“Los hombres son todos iguales, prometen el mundo y te endulzan la oreja hasta que obtienen lo que quieren, que es solo eso”. “Tienes que tener cuidado, no puedes confiar nunca en ellos y nunca les dejes acercarse demasiado si no sabes que vienen con buenas intenciones”. “Una mujer seria y decente nunca da el primer paso, tienes que esperar que sean ellos, porque si no, van a pensar que eres una de esas….”


Mi madre me habla desde la experiencia.

Sentadas en el portal de casa de abuela, con mi pelo en las manos trenzándolo, mi madre dicta las leyes que una adolescente deseada e ingenua tiene que saber para no perder “Eso” que es el famoso premio que todos quieren, y que mientras esté intacto, será el escudo que defiende mi honor.
Yo tenía solo 14 años, aún no entendía el poder que tenemos.