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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Onel y su destino... (III)



Capítulo III. Se largan…


Por mucho que le pregunté, no logré que Onel pudiera explicar, en orden, lo que hizo o pensó  ese día, narrándome la historia a ráfagas. Entonces decidí que, sin inventar nada y siendo lo más fiel posible a los hechos, narraría las cosas como pienso que pudieron pasar.


Es el día.


Días antes de la salida hacen un ensayo general, simulan disfrutar como familias normales de un día de playa. Pero cuando llega el “gran día”, y Onel espera que Marta le acompañe de nuevo a la playa de Cazonal, ella se niega. No puede resistir la idea de ver a Onel en aquella “cosa” hacerse a la mar.

martes, 29 de octubre de 2013

La guajira más célebre y más enjundiosa de Cuba. La Guantanamera




Chachá me envío una de sus colaboraciones para el blog con un título sugerente, “Ella me sorprende en los lugares más insólitos”, y no imaginé que sería sobre la Guantanamera. Una canción que no podemos dejar de nombrar si el asunto va sobre la música cubana. Se sabía que existía polémica sobre el verdadero origen de la composición, pero cuando leí que Chachá decía: “Joseíto Fernández se lleva la peor parte conmigo pues defiendo la paternidad del Diablo Wilson”. Entonces me dije… esto promete. Y no tardé en darme cuenta de que la canción es un crisol de inspiración y polémica. Los periodistas Marta Reyes Noa y Santiago Moreaux Jardines (un día fue  presidente de la Asociación Musical de Compositores y Autores Musicales, en Guantánamo) afirman que la pieza pertenece a Herminio García Wilson, apodado “El Diablo Wilson”. Pero Francisco Pita Rodríguez, quien atendía la sección “Correspondencia” en la revista Bohemia, afirma que había entrevistado a Joseíto en abril de 1978 y que este le comentaba: “[…] compuse la “Guajira Guantanamera”. Y el éxito nos sorprendió a todos […] Esto ocurría por al año 1934”.

domingo, 2 de junio de 2013

Ella me sorprende en los lugares más insólitos. Sí, La Guantanamera


Primero fue en un club de Irvine en California, recién llegados al exilio, donde fuimos invitados a bailar por el cumpleaños de Andy, la esposa de mi primo. Habían allí varios salones donde se oían diferentes géneros musicales y algunas parejas bailaban sin mucha intención, como reservándose para un momento mejor; recuerdo que en un instante todo cambio de improviso cuando en una de salas se escucharon los acordes de esa canción que me acecha, y casi todos corrieron en bandada y se dispusieron a bailar como no lo habían hecho en toda la noche. Bailaban salsa, por supuesto, y descubrí en su baile los pasos de un entrenamiento feroz y académico hasta llegar a la ejecución perfecta, y Rosa María me llamó la atención de que algunos aún parecían marcar los pasos como contando, 1 a la derecha y al centro, 2 a la izquierda y al centro, en un remedo de Casino mecanizado y sin la naturalidad propia de quienes lo aprenden sin maestro, sólo sintiendo la música. Pero lo mejor eran los acordes de La Guantanamera, el estribillo, los versos de Martí, la rememoración de mi ciudad natal. Mi primo Faustico me dijo “Esa es la mejor música del mundo” y no pude llorar aunque quise, y ahora que escribo lo hago aprovechando la soledad. Me sorprendí injusto con la canción y con la música cubana, porque siempre he protestado contra aquel proverbio de que “nadie es profeta en su tierra”, y esa canción necesitó ser oída por mí lejos en California antes de que yo la consagrara definitivamente, menuda soberbia. Entonces en vez de bailarla la cantamos a viva voz, destruyendo de un golpe aquel prejuicio de que mucha de la música cubana es para bailar y no para ser escuchada. Allí estaba viva, robándole el público a los demás géneros. Vi vacío el salón del rock y aquello me sobrecogió.

Arquímedes Ruiz Columbié, el mayor de los hermanos.


Arquímedes Chachá Ruiz Columbié: Un personaje de  leyenda… reforzada por la noticia de que un día se largó para El Yuma, tras ser retenido en un lugar lúgubre que tiene nombre de tubérculo: Boniato. Castigado por dar algo a los hombres, algo que el “jefe” de aquellos hombres no quería que fuera de conocimiento popular y decidió que Chachá se comiera los hígados cada día en aquel lugar.  En definitiva,  fue liberado de su castigo, pero obligado a llevar atado a él un pedazo de la historia de aquella roca. Informaciones recientes y bastante creíbles lo ubican en  Texas, USA. Algo que encaja con ese espíritu de cowboy que le atribuyen.

jueves, 30 de mayo de 2013

Mi amigo Juan


Esta entrada es la colaboración de un amigo: Arquímedes Ruiz Columbié.

"...Alone, all alone
Nobody, but nobody
Can make it out here alone..."
Maya Angelou

Bomp Bomp Bomp...Juan ha dribleado tres veces el balón hacia el tablero, si lo hace una vez más tengo que correr al aro porque va a usar su gancho... pero si se detiene quizás me pase el balón en mi corte a la botella...Bomp...me voy al aro, tengo que agarrar el rebote...no...dos puntos de Juan, vamos al frente...


Conocí a Juan Martínez Caballero en la Secundaria Básica Regino Boti cuando todos hacíamos noveno grado en aquel concentrado que en un principio rechacé por mi cariño a "la Orejón", mi escuela de séptimo y octavo. Pero "la Regino" me hizo descubrir una parte de Guantánamo que no conocía y mi entrañable ciudad natal se volvió un poquito más grande, aparecieron nuevos amigos de otras extracciones sociales que me enriquecieron con lo que contaban y también con sus sueños. Entre ellos estaba Juan, un negro muy educado, un poco mayor y más alto que yo, que dominaba mejor el balón, y que podía acoplar su voz a la Choly en la guitarra cantando al estilo doo-wop de Los Platters:

miércoles, 13 de febrero de 2013

Isidro Ángel López Botalín nace el 11 de noviembre de 1949 en Guantánamo.


Me quedé pensando un segundo, ¿debía “pinchar” el botón “me gusta”?. Una putada de Facebook, tener que decir “me gusta” en la página donde dice que El Bota ya no está entre nosotros. Mientras recorría la página con la vista recordé la tarde que estaba en la calle Aguilera, en Santiago de Cuba. Esperaba en la parada de guagua cerca de la emisora CMKC,  tenía la intención de visitar a unos amigos en el Barrio de Vista Alegre. El ómnibus se demoraba, como siempre. Con desgano miraba calle abajo, cuando veo un Volkswagen de color amarillo pollito, que muy lentamente se viene arrimando al bordillo y se detiene frente a mí. Desde dentro el conductor baja una ventanilla y dice algo… yo no entiendo, me acerco con cautela, veo una “impresionante barba” que me dice: “sube, sube…”. No sé qué hacer, quien carajo es este tipo. “Coño, pero si eres tú, Botalín…” Como un relámpago entro y me siento en el lugar del copiloto. Antes de preguntar por la su espectacular barba le digo: “Botalín !¿y este “perol”?!. “Nada un VW”. Así era… digo, así es Botalín, no más palabras que las necesarias. Muchos años después Eduardito “el Mago” me contaba que aquellos días andaba algo nervioso porque estaba conduciendo por Santiago de Cuba sin carnet. La verdad es que no me pareció asustado, solo recuerdo que doblamos por la Plaza de Marte, seguimos por Garzón y el “perol” corría, como una exhalación, avenida abajo. Eran días donde en Santiago de Cuba se podían contar con los dedos de una mano los coches que se cruzaban. Mientras todavía me reponía de la primera impresión, intenté explicarle al “Bota” que, con este perol…, no había “jevita” que se resistiera; como si eso pudiera ser noticia. Me miró y  marcó su sonrisa con todos los dientes, al mismo tiempo comenzó a improvisar una colección de rimas con las palabras: gasolina, carro y chicas hermosas. Entre risas, el vertiginoso Volkswagen devoraba la avenida rumbo a Ferreiro,  mientras maquinábamos irnos de “cacería”.