-Ma’repeto, ma’repeto. Se le escucha decir, pero nada puede hacer contra su nieta, que poco miedo tiene a un viejo Huracán sin reflejos.
Día por día el ron le sumerge en recuerdos de sus frenéticos tiempos como brabucón en época de carnavales, cuando una estridente corneta china puja por apagar el estruendo de muchos tambores de una conga que arrastra cientos de negros, blancos, mestizos, católicos, protestantes, santos y santurrones, todos sudorosos y atiborrados de ron, hembras y machos, da igual, se mueven como poseídos, gozosos de dedicarle este día a la fiestas. Cheo Huracán, con los brazos levantados, toma las puntas de una toalla que frota por su nuca de un lado a otro y arrastra los pies con pasos cortos al ritmo de una campana insaciable. Huracán sonríe con todos los dientes de su raza al tiempo que se abalanza proyectando su región púdica contra las despampanantes nalgas de una negra retozona que marcha delante al mismo compás de sus pasos. Ella, estimulada con el roce de sus cuerpos, arremete con sus caderas en un movimiento frenético en zig-zag. Es el frenesí de cientos de años que se repite y se repite como estribillo monótono y agobiante. La masa es compacta. Los tambores aglutinan al gentío buscando el centro. Todos giran sobre su caderas, flexionan sus rodillas, levantan las manos reculando hacia atrás y se trasladan increíblemente hacia adelante. Lo que hacen es arrollar con todo lo que está a su paso. La conga es dueña absoluta de la muchedumbre encantada por el ritmo. Atropellan el espacio y lo hacen desenfrenadamente, divulgando sus gritos de guerra y de esperanzas.
- Abre que ahí viene el cocoyé…
El estribillo se machaca hasta la saciedad. Una conga es insaciable con el tiempo; tiene la misión de crecer sin pausas en gente y camino recorrido; es una gran transpiración, un movimiento rabioso junto a un lúgubre olor a mil demonios. La conga es el acto de entregarse con toda libertad para zarandear la vida al expresar lo que estuvo prohibido durante un año, por costumbre, moral, ética, bandos y decretos. Es una oportunidad única para torcerse de todo y venerar la corneta china, que, en un alarde de jerarquía, proyecta una andanada de notas agudísimas para que todos se mantengan atentos a la voz del tambor mayor llamando de nuevo a la cordura, a obedecer el ritmo de una campana arrogante que sólo sabe decir: gan... gan... gan gan gan gan gann... Es un evento que poco tiene que ver con costumbres desconocidas de olvidados aborígenes, muy alejado de las prácticas de una Europa mojigata y una enigmática África desangrada. La conga es un mundo adverso a las inhibiciones, distante de la censura y de todo lo convenido como autorizado. Ese día, cuando se permite salir la conga, en ella quedan emancipadas todas las represiones.
Cheo, que no deja pasar una oportunidad, engarza por la cintura a la hembra con su poderosa mano izquierda, la afinca fuertemente contra su cuerpo y, exhalando alcohol de su aliento, aproxima su boca al oído invitándola a practicar juegos lujuriosos. Entonces un grito lo hace estremecer.
- ¡Cheo chico, cállate ya, no hablee ma'mieelda! .
Abre los ojos y ve como la nieta baila al compás de una lejana música que suena por radio.
“Suena fuerte un tambor... chiqui, chiqui, chiqui, chaaan...”
La conga es dueña absoluta de la muchedumbre encantada por el ritmo. Atropellan el espacio y lo hacen desenfrenadamente, divulgando sus gritos de guerra y de esperanzas. He recopilado de Youtube muchas imágenes, aquí una pequeña muestra del poder de una CONGA!
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