domingo, 11 de septiembre de 2016

“En la inmensidad del mar, Onel se enfrenta a su destino y surge… la Aventura”. (I)



Capítulo I. Una idea sensacional.


Cuando Onel acarició con sus manos aquel catamarán en miniatura, algo se iluminó en su cabeza y tuvo la mayor de sus ocurrencias: “Esto lo puedo hacer yo”, se dijo, y decidió que podía convertir un sidecar, de una moto Júpiter, en algo así como un catamarán.


No fue la primera vez que pensó irse de Cuba, ni su primera intentona. Quizá las ganas de largarse le llegaron después de estar escuchando, años tras años, hablar y hablar de los logros y beneficios de la Revolución y ver cómo la realidad se obstinaba en mostrar lo contrario; o tal vez siempre se quiso ir de Cuba.

Para un cubano, entre querer y poder salir “pitando” de Cuba, hay una distancia mínima de 90 millas náuticas, sembradas de lanchas guardacostas siempre dispuesta a practicar “el tiro al cubano”, lo mismo que si lo intentas por la vía de entrar a la Base de Guantánamo. Por tierra, la región con mayor densidad de minas personales por metro cuadrado y, por mar, el tránsito de guardacostas más apabullante que costa mundial ha sufrido. Por eso a un cubano, por aquellos años, no le resultaba fácil tomar la decisión de hacer el viaje a USA. Si lo intenta, es porque su desesperación lo ha colocado en los bordes de la locura.

Pero Onel, que es una fuente inagotable de ideas extravagantes, después de analizar aquel catamarán y consultar con su amigo Omar, comenzó una frenética búsqueda acerca de todo lo escrito, comentado, incluso imaginado, acerca de la navegación por el Caribe. Hay quien dice que consultó hasta los mismísimos apuntes de Cristóbal Colón.

Emilito, que le conoce muy bien, me dijo que parecía un niño buscando y rebuscando entre libros y folletos que hablaran sobre el centro de gravedad, la carena, la flotabilidad, etc., de una embarcación. La revista Mecánica Popular se convirtió en la publicación más preciada para Onel. Si encontraba alguna Mecánica Popular con referencias a la construcción de embarcaciones, la protegía como si fuera el mismísimo Santo Grial.

Debo aclarar que la revista Mecánica Popular  dejo de circular en Cuba, posiblemente, poco después del 1ro de enero de 1959. Y ¡atención!, en Cuba de acuerdo a su Código Penal, por tener entre tus manos una revista extranjera, puedes estar cometiendo un delito contra la seguridad interior del Estado y, según su Sección Quinta de Propaganda Enemiga, te pueden enchironar.

ARTICULO 103.1. - Incurre en sanción de privación de libertad de uno a ocho años el que:
a) incite contra el orden social, la solidaridad internacional o el Estado socialista, mediante la propaganda oral o escrita o en cualquier otra forma;
b) confeccione, distribuya o posea propaganda del carácter mencionado en el inciso anterior.

(las negritas son mías... este párrafo merece una entrada propia)

Este detalle es de suma importancia porque la redacción de la ley permite acusar de Propaganda Enemiga y encarcelar a cualquier persona que posea de forma escrita todo lo que pueda ser interpretado como crítica al llamado socialismo o crítico con Cuba, Corea del Norte, China, Venezuela, la antigua URSS y un largo etc. Lo que quiere decir que, cualquier cosa que se les antoje a las autoridades cubanas ¡ES DELITO! 

A un NO cubano le resulta difícil comprender que, en Cuba, poseer literatura sobre la navegación puede constituir un delito. Pero lo verdaderamente incomprensible es que a un SÍ cubano le resulta difícil conocer concretamente lo que está permitido hacer en Cuba, porque así funciona el mecanismo de “control revolucionario”. De lo que se trata es de manejar textos ambiguos, como aquella famosa respuesta de Fidel a la pregunta de si la Revolución Cubana era comunista: “la Revolución es tan verde como sus palmas…” 

ARTÍCULO 103.3. Si, para la ejecución de los hechos previstos en los apartados anteriores, se utilizan medios de difusión masiva, la sanción es de privación de libertad de siete a quince años. 

Si estás leyendo esta historia en tu ordenador o en tu teléfono entonces tienes en tu poder “propaganda enemiga”, si la compartes… contribuyes a difundirla de forma masiva. Entonces, si algún funcionario del Estado o un civil cualquiera, en Cuba, te acusara de posesión y difusión de “propaganda enemiga”, seguro que te mandarían a la cárcel, ¡de siete a quince años!, los mismos que pueden solicitar para un homicida en cualquier país democrático. 

Si me he extendido con esto es porque quiero que le quede claro a un NO cubano a qué consecuencias se exponía Onel por leer Mecánica Popular. Lo verdaderamente penoso es que este código penal sigue vigente en 2016.

Pero continuemos con el proyecto de Onel.

La Pipa de Agua


Primero existió el plan de La Pipa de Agua. Junto a un muchacho de Ciudad Mar (barrio de Santiago de Cuba) pensaron modificar el tanque de agua de un camión cisterna; en Cuba eso es conocido como “pipa de agua”. 


Se devanaron los sesos en adaptarle un motor, lograr que se mantuviera a flote, acomodar una quilla y todo lo necesario para que pudiera navegar con mucha gente adentro. Además, e importante, era necesario construir un artefacto que no levantase sospechas. Hay que tener en cuenta que en Cuba no se puede transitar libremente con un bote o con cualquier “cosa” que pueda servir para navegar; para eso tienes que tener, como mínimo, carnet (licencia) de pescador y autorización muy precisa del Minint (Ministerio del Interior) o, en su defecto, ser miembro del mismo. Si para tener un bote necesitas autorización del Minint y para poder navegar otro tanto de lo mismo, pues intentar obtener permiso para navegar con algo que no es precisamente un bote, la respuesta es un rotundo NO. Desde el mismo momento que lo piensas. 

Una “pipa de agua” aumenta mucho las probabilidades de pasar inadvertido en el trayecto de Santiago de Cuba hasta la Playa Cazonal. 

No quiero resultar pesao, pero es preciso aclarar que en el trayecto de carretera Santiago de Cuba - Playa Cazonal, existían (quizás todavía estén ahí) puntos de observación para determinar si alguien trasladaba un “artefacto” que pudiese ser utilizado como “embarcación”. Incluso se controlaba el número de viajeros que iban en bicicleta, moto, carro, camión o carretilla con destino Cazonal y no regresaban. Si se observaba que algún pasajero no regresaba – es decir, no hacía el viaje en un carro de alquiler o transporte público de pasajeros-, inmediatamente se activaba un sistema de búsqueda exhaustiva, y no precisamente porque se le considerase extraviado y fuese necesario auxiliarlo… Noooo, más bien era para tirotearlo por intentar salir ilegalmente del país. 

A los cubanos que leen esto les pido disculpas por mis constantes aclaraciones, pero es que los NO cubanos no se pueden imaginar que existan puntos de vigilancia para tener en cuenta los bañistas que van a una playa y no regresan… Eso es muy difícil de “digerir” para una persona que no conozca las “bondades” de la Revolución Cubana. 

Pero sigamos con el proyecto de La Pipa. Otro detalle importante y que le podría otorgar la característica de epopeya al suceso, es que el tanque de agua de un camión cisterna brindaba la posibilidad de meter (apiñados) un buen número de pasajeros. De eso se trataba, poder “escapar” con la mayor cantidad de familiares. Al mismo tiempo, el camión que trasladaba el tanque se podía introducir en el mar, marcha atrás, y servir como deslizador para la embarcación. El objetivo era meterse dentro del tanque de agua desde la casa y permanecer escondidos hasta llegar a territorio estadounidense. El plan era perfecto.

Y llegó el momento que todo estaba listo. Se necesitó tiempo, ingenio, trabajo y, lo más importante, dinero para transformar el tanque. Ahora era necesario conseguir un camión para trasladar hasta la playa “el tanque que navega” y, con dolor, dejarlo abandonado en la playa. Pero para comprar un camión hacía falta “pasta” es decir, más dinero; más de lo que se habían gastado.

Onel se desesperaba, le faltaba paciencia y tampoco tenía dinero. Y volvemos al momento en el que le muestran la miniatura de un catamarán.

Después de ver la maqueta y consultar con un su amigo Omar, toma la decisión de preparar el viaje por su cuenta. Los dos quedan de acuerdo para construir su propia embarcación que, bautizarán como el “Katamaran” (bueno, lo de la K  es cosa mía, pero es para darle un aire más internacional, de salto en el espacio-mar…)

En mi opinión, todo esto es surrealismo puro. Antes se había elegido el tanque de un camión cisterna para ser transformado en barco y ahora se escogía una moto Júpiter soviética; bueno, su sidecar. Y aquí la idea de Onel.


El sidecar



De lo que se trataba era de construir una “lancha” a partir del sidecar de una moto Júpiter -en lo adelante Katamaran-  y, los más importante, que el sidecar no perdiese su integridad. Es decir, el sidecar debía seguir integrado a la moto y esta, a su vez, debía poder hacer el viaje a la playa sin levantar sospechas -el mismo criterio que con La Pipa.  Convencido de que lo lograría, Onel no perdió tiempo y comenzó con el diseño y la construcción de su Katamaran.




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