En diez folios (hojas), Arquímedes Ruiz Columbié se enzarza en sutiles elucubraciones para encontrar y mostrar las claves del marxismo que al final se “instaló” en Cuba. Como ejercicio intelectual y, considerando que tuvo que sintetizar bastante, imagino que le resultó agotador. Pero para los muchos cubanos preocupados por el tema, esta es una práctica cotidiana: en casa, en el bar, en cualquier esquina, en cualquier momento y sin necesidad de motivo aparente salta el tema y, entonces, a discutir… Lo que es un “deporte” para el cubano, se convierte en algo peligroso en un enfrentamiento con un no-cubano, porque la paciencia de un cubano dura… lo que demore el no-cubano o “el escuchador” -en una discusión acerca de Cuba, “escuchador” es el sustantivo necesario para el no-cubano, como impone la tradición- en hacer referencias a las maldades del capitalismo occidental. Entonces, el cubano da paso a la fase de despotricar (y con razón) a izquierda y a derecha, incluyendo sus acepciones ideológicas en ambos casos.
Para el no-cubano y el descendiente de nativos de la isla (que no ha vivido el régimen), “Ajuste decuentas” es un documento digamos que interesante y, para un cubano como yo, al que esta cuestión dejó de tener atractivo, Arquímedes logra despertar mi vertiente reflexiva.
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