El hombre, con facciones marcadamente asiáticas, se instaló en New York. Su intención era estudiar y aprender el arte que destila La Gran Manzana. Se plantó en las calles de Manhattan y con más de 70 años comenzó a desarrollar su plan: pintar y vender sus cuadros.
Allí conoció a Pepe Bergantiños, un paisano de Guitiriz, muy espabilao, según cuentan. El galego le pidió al “chinito” que le pintara algunos cuadros, especialmente imitaciones de maestros del Expresionismo Abstracto del siglo XX. El galleguiño presumía de coleccionista, enamorado del arte. Algo de verdad hay en esto porque existe información de que llegó a dirigir una galería de arte en New York.
Parece que se hicieron amigos o, quien sabe, “socios” en un negocio dónde el chino pintó mucho para el galleguiño, que compró cada cuadro en unos cientos de dólares. Pero la cosa se puso fea. El FBI comenzó a hacer preguntas y el chino recogió sus bartulos y se largó pa’china.
Resultó que la señora del gallego, una mexicana de nombre Glafira, fue capaz de darle el pase a las pinturas del chinito y consiguió que costaran millones.
El País nos dice en un artículo que hay un informe de más de 40 páginas en el que se comenta:
Knoedler pagó 20,7 millones de dólares por decenas de cuadros falsos del pintor chino y los colocó a coleccionistas millonarios obteniendo 43 millones. Por su parte, Weismann adquirió piezas valoradas en 4,5 millones y las vendió por 12,5 millones. En números redondos, las galerías adjudicaron pinturas por más de 80 millones de dólares (58 millones de euros). En total, unas 60 piezas falsas, según la investigación.
El tema se complicó, como les decía antes, porque el chino, desde un lugar desconocido, se defiende:
En declaraciones desde Shanghai a Bloomberg Newsen diciembre pasado, Qian aseguraba ser víctima de “un enorme malentendido”. Y sostenía que nunca trató de hacer pasar sus obras por trabajos originales de maestros modernos. “Hice una navaja para cortar fruta”, dijo. “Pero si otro la usa para asesinar, acusarme a mí es injusto”. El pintor se encuentra, presumiblemente, aún en China, un país sin tratado de extradición con EE UU.
En el pasado septiembre Glafira aceptó los cargos de fraude y conspiración ante un tribunal neoyorquino. Le pueden caer más de 90 años de cárcel. A Pepe Bergantiños lo capturaron en Sevilla y, no bastando con eso, las autoridades fueron a por el hermano en Lugo. Al paisano Pepiño le pueden caer 80 años de cárcel. La Historia, como todo el mundo dice, no pinta bien.
Pero ahora mi pregunta.
¿Sólo son responsables ellos?. ¿El chinito que pretendía ganar algunos dólares pintando con telas envejecidas en mercados callejeros?. ¿El gallego, que luego les daba un pase con un secador y bolsitas de té y las convertía en “mercancía” apetecible para ególatras?. ¿Glafira, por enajenar (término que usan en el artículo, todavía estoy tratando de desentrañar concretamente que quisieron decir… ¡del carajo!) unas pinturas para que al final las creyeran pintadas por Franz Kline, Jackson Pollock, Lee Krasner, etc.?
El chino, el gallego y la mexicana son acusados de: fraude, conspiración, delito fiscal y algún que otro cargo. Parece que se portaron muy mal y, seguro, deben ser juzgados.
Pero…
¿Y los que certificaron que eran obras auténticas? Pero el artículo de El País no dice mucho más del tema. Con una simple búsqueda en google: “pillos, gallego, chino y mexicana” encontré un artículo en InfoEnpunto que aclara muchas cosas.
En la supuesta estafa estaría involucrada la Galería Knoedler & Company, una de las más veteranas del nuevo continente, que echó el cierre a finales de noviembre después de 165 años de negocio en Nueva York.
[…]
Aunque la galería ha especificado en un comunicado que la clausura se ha debido a motivos 'estrictamente financieros', parece cuanto menos dudoso al saberse que Lagrange habría enseñado a los dueños de Knoedler el informe definitivo del análisis de pigmentos [un examen de pigmentos confirmó que el lienzo contenía pigmentos que no existían en los años cincuenta, confirmándose, por tanto, la falsedad de la obra] el día anterior de que cerrasen.
La historia no acaba ahí. El caso, que ahora está en manos del FBI, pone en duda la autenticidad de otros 17 cuadros que han pasado por las manos de Ann Freedman y Julian Weissman (antigua directora y empleado de la galería). Las obras, valoradas entre 10 y 20 millones de dólares cada una (7,6 y 15,2 millones de euros), incluyen lienzos de, entre otros, De Kooning, Motherwell, Rothko, Still, Newman o Dieberkorn.
¡Hombre, carajo…! parece que además de Pei-Shen (el chino), Bergantiños (el gallego) y Glafira (la mexicana) están involucrados Freedman y Weissman. Parece… no es seguro, pero, quizás el verdadero “pase de mano” lo dieron estos.
¡Cómo el paisano no habló primero conmigo! Yo conozco un pintor que su obra sí que está valorada en más 100 millones… ¿No lo conocen?, aquí les doy una pista.
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